jueves, 1 de octubre de 2009

CUENTOS ASOMBROSOS:




El espejo mágico:

Las peleas y las diferencias generacionales eran cada vez más insoportables y agotadoras. Aquella pequeña adolescente apodada por sus amigos “Martu”, estaba cada vez más rebelde y la única que parecía importarle era ocupar el tiempo con su banda, ya que desde chiquita era amante de la música, y pertenecía a ese antiguo grupo formado por sus inseparables amigos.
Su madre de nombre Thelma, estructurada, formal, recta, abocada a sus negocios empresariales, cansada de sus labores diarias, tanto en la oficina como en lo cotidiano en su hogar y agotada aún más por las diferencias con su hija.
Un día muy temprano, ambas a punto de salir, como todos las mañanas, con maquillaje y cepillo en mano frente aquel enorme espejo todo sucedió…
Una luz blanca y brillante, enceguecedora cubrió todo el lugar. Sus rostros se desdibujaban, mientras su asombro no les permitía entender qué estaba ocurriendo.
Luego la luz fue atenuando su brillo y se apagó produciéndose lo más inesperado.
“Martu” se reflejaba con anchas caderas, piernas más cortas, de estatura media baja, sus cabellos cortos entre canas y el rostro con las arrugas naturales producidas por el tiempo, era el mismísimo rostro y cuerpo de Thelma.
Martu quedó boquiabierta. Mientras que Thelma, se veía joven con esbeltas piernas y una altura elevada, acompañando toda su estructura física casi perfecta. Su rostro fresco, terso con su larga cabellera rubia y brillante hasta la cintura.
¡¡No puede ser!! Exclamaron las dos y se miraron a la vez.
Una voz salió del espejo ¡Sí! Hoy será a mi manera, cada una vivirá por un día, la vida de la otra, y a las doce de la noche se reunirán aquí…
Entre exclamaciones, asombro, curiosidad y a la vez risa, obedecieron.
Thelma fue a ensayar con la banda, entre torpezas, desconocimiento, alegría, mate, chicles y aquel chico que pretendió besarla, salió un poco espantada del lugar… pero compartiendo una tarde de amistad y alegría con ese grupo que ella tanto quería.
Thelma piensa, “buenos chicos habían resultado” y yo que creía que la llevaban por mal camino… Todo lo contrario, la contienen, la miman y le dan buenos consejos.
¡Qué tranquilidad siento al vivir todo esto!
En cambio Martu” partió hacia la oficina corriendo, se le hacia una vez más tarde, la hora pasaba y tenía que parar aquel reloj que manejaba su ingreso. Tomaba su café rápidamente, firmaba papeles, sellaba todo, entrevistaba al nuevo personal a su cargo, atendiendo los llamados, una y otra vez, como si el timbre del teléfono resonara dentro de su cabeza.
Todo era una locura, ¿era todo esto lo que vivía a diario mi madre? No lo puedo creer y encima llega a casa hace las cosas, más la cocina. No, no puede ser.¿Cómo lo logra? Transcurre todo el día y a las doce de la noche, se encuentran frente al enorme espejo; nuevamente la luz brillante, las envuelven. A cada una le regresa su cuerpo original.
Thelma y Martu, emocionadas por lo vivido, habiendo podido comprender a la otra, con una sonrisa cómplice, sin emitir ningún sonido, ni comentario, se van a dormir…
A la mañana siguiente, como siempre amanecen temprano y sin creerlo el espejo ya no está.

Clara Mirta Waldbaum

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